Antaño filosofaba sobre la bolsa, el sexo, la amistad y la paz mundial, degustando apoyado en la barra de un bar de una 1906, por cierto, recién considerada la mejor cerveza del mundo. Ahora sigo filosofando igualmente, pero apoyado en el pilar de un puente y degustando un cartón de Don Simón tinto. El fondo es el mismo, pero las formas me tocan mucho los cojones...