Los resultados de Colonial han sido espectaculares.
Con unos inmuebles rozando la plena ocupación, ahora toca crecer añadiendo buenos activos incluso ampliando mercados.
La entrevista de Viñolas ya lo deja entrever:
ENTREVISTA AL CONSEJERO DELEGADO DE COLONIAL
Viñolas: "Vamos a revisar el plan estratégico de Colonial con una visión más europea"
El consejero delegado de Colonial ha puesto en revisión las líneas maestras del grupo para los próximos años, con la vista puesta en desembarcar en nuevos países
29.07.2016 – 05:00 H.
El destino ha querido que Pere Viñolas ocupe el mismo despacho en el que empezó a trabajar en 1991. Entonces, era una joven promesa recién incorporada a las filas de PwC, en la quinta planta del edificio número 532 de la Avenida Diagonal, el mismo donde, 25 años después, tiene su sede Colonial, compañía que actualmente dirige. Fue un 18 de julio (otra coincidencia del destino) de 2008, cuando Viñolas dejó su puesto como director general de Riva y García para tomar las riendas de la inmobiliaria y asumir el difícil reto de levantarla en plena debacle del sector, con una deuda financiera neta de 9.000 millones y unas pérdidas de 2.381 millones
Ocho años después, Viñolas ha superado con nota esta prueba, aunque con alguna que otra pequeña ayuda de ese destino que siempre parece jugar en su favor, como él mismo reconoce cuando recuerda que fue en septiembre de 2008, justo la noche antes de que estallara Lehman Brothers, cuando firmó la primera reestructuración de deuda de Colonial. Pero todo aquello ya es pasado y, aprovechando el marco del Foro de Alta Dirección: Horizonte 2020, organizado por PWC y El Confidencial, el directivo ha dejado ver hacia dónde quiere ir Colonial en el futuro: hacia una mayor internacionalización.
"El consejo ha aprobado revisar el Plan Estratégico de la compañía", señala el consejero delegado de Colonial, que enmarca este anuncio dentro del terreno de la reflexión, de una primera fase que deberá dar sus frutos en la segunda mitad del año y donde los grandes puntos que se van a debatir son la posibilidad de desembarcar en nuevos mercados -actualmente está presenta en Madrid, Barcelona y París- y de abordar nuevas opciones de crecimiento.
"Creo que es un momento de reflexión, de ver dónde queremos situar el plan estratégico de la compañía y de plantear abrirse a nuevos mercados o a nuevos productos", reconoce Viñolas, quien, lejos de lanzar un mensaje de grandes cambios, insiste en señalar que las señas de identidad de la compañía continuarán siendo las mismas, y éstas pasan por la especilización en el mercado de oficinas.
"Nosotros apostamos claramente por oficinas, sólo, y en un entorno internacional. El único debate es, al final, cuáles son las tipologías de los activos concretos donde quieres estar, dónde crees que estará el mejor edificio futuro y en qué zona geográfica de Europa. Esto es una reflexión que está en sus orígenes y que nos ocupará los próximos meses, aunque la razón de ser de Colonial, en su esencia, no cambiará".
Lo que sí está cambiando es el contexto en el que opera la compañía, que tiene ante sí una oportunidad de oro para aumentar su base de inversores entre los grandes fondos internacionales, que tras comprobar como la deuda pública "ni rinde ni está libre de riesgo" (Viñolas dixit), están apostando cada vez más por las grandes empresas patrimonialistas.
Para ser objeto de deseo de todos ellos, el consejero delegado de Colonial sabe que no sólo es importante el tamaño, sino también el free float (el 68% del capital de su compañía cotiza libremente en bolsa) y el valor de cada acción, "porque hay fondos en Estados Unidos que tienen prohibido invertir en títulos con menos de un dólar de valor (los 'penny stock') y por eso hemos aprobado el contrasplit", explica el directivo.
No obstante, mucho antes de realizar estos movimientos, la compañía ya había demostrado el interés que despierta entre inversores internacionales y que le ha llevado a contar con un accionariado donde el primer accionista es el fondo soberano de Qatar (QIA), con un 12%; el segundo, el grupo mexicano Finaccess (8%); el tercero, el español Villar Mir (6,5%); y el cuarto, la familia colombiana Santo Domingo (6%); todo ello sin olvidar a inversores con menor peso, pero también significativos, como el británico Joe Lewis (5%) o los andorranos de Amura Capital (3%).
Todos ellos han analizado la posibilidad de integrar la filial francesa del grupo, SFL, en la matriz mediante un canje de acciones que permitiría a QIA doblar su peso accionarial, ya que también está presente en SFL; y a Colonial, ganar tamaño. Una operación que, por el momento, ha quedado aparcada, aunque no descartada. "Qatar está muy cómoda en Colonial, con una actitud absolutamente continuista y de confianza", señala Viñolas, quien siempre prefiere ir paso a paso, sabiendo por dónde pisa.
Esta forma de dirigir ayuda a comprender la cautela con la que está analizando Colonial la posibilidad de convertirse en socimi, "un régimen de absoluta transparencia, donde nadie está perdonando impuestos", deja claro el consejero delegado, ya que al obligarse a repartir todo el beneficio en forma de dividendo, son los accionistas quienes tributan.
Sin embargo, la inmobiliaria catalana es la única gran patrimonialista española, junto a Pontegadea, que no se ha acogido a este régimen, ya que debido a sus millonarias pérdidas pasadas, cuenta con créditos fiscales que se puede ir aplicando en hasta 3.000 millones de beneficios y ofrece una fiscalidad más interesante a sus inversores... en el momento actual. "En 2017, volveremos a mirar si nos interesa ser socimi".