Buenos días,
Sin pretender crear polémica aunque sí discrepancia, me considero sereno y no por eso cumplir este decálogo.
Mi réplica sobre cada uno de sus puntos:
1.- Vivir al día sin pensar en el mañana, cuanto menos, es más propio de animales salvajes que no saben lo que les deparará el día después en cuanto a su subsistencia. Una planificación en todos los ámbitos no es mala, siempre y cuando no sea obsesiva, y la misma, según mi parecer genera serenidad, lo contrario, multiplica la intranquilidad.
2.- acepto el ser cortés en las maneras, y no coincido en la exageración en el aspecto -en el físico estaríamos auto-catalogándonos como narcisistas-; tampoco coincido en la ausencia de crítica al prójimo, especialmente si ésta es constructiva; y no comulgo con la ausencia de disciplina a terceros, pues sí creo en la disciplina en la familia -hijos principalmente-, o en la escuela -ese respeto perdido a los profesores-.
3.- coincido en el hecho de la felicidad como modus vivendi, aunque ésta no nos tiene que frivolizar los hechos menos agradables o el sufrimiento de los demás. Pero como principio de positivismo y ver el vaso medio lleno en las cosas admito coincidencias.
4.- yo tampoco creo en el determinismo, y la consabida excusa que: no soy yo, si no mis circunstancias, pues tampoco me vale. Pero no hay que obviarlas, y muchas veces querer no es poder, y esto lo hemos de tener presente en este ejercicio de serenidad.
5.- en absoluto de acuerdo. La lectura es absolutamente imprescindible, y contradictorio marcarse límites en la lectura, especialmente si es buena para el alma (ceñirlo únicamente al cuerpo y sentir adoración por el mismo sería más propio de un decálogo de Culturista o carne de Gym).
6.- No me marco límites en las buenas acciones, y decirlo como ejercicio ejemplarizante no me parece mal. Vanagloriarse por ello sin duda que no.
7.- Marcarse límites y contemplar cosas que no se quieran hacer no es ejercicio de serenidad. Amargar la existencia a los demás es tan terrible como amargársela a uno mismo.
8.- Contradictorio con el punto 1 - la planificación en sí no es mala-, ceñirla al día a día es un error para mi. Coincido que las prisas e indecisiones son un error habitualmente.
9.- Sin duda la religión para muchos genera serenidad. Esto es a conciencia de cada cual, pero marcarlo como decálogo universal, cuanto menos, resulta pretencioso.
10.- Alegato a la temeridad, que, por supuesto, me opongo frontalmente. Coincidente en que se ha de disfrutar y saborear lo bello y premiar la bondad, pero creer ciegamente en ella sin contraponerla a la maldad acaba siendo sin duda un ejercicio antitético a la serenidad.
Resulta que en su mayor parte en nada o casi nada estoy a favor de ese "decálogo", pues frontalmente opuesto al mismo, me siento sereno o con pretensiones de serlo obrando diferente.
Salud.
Antonio.
Te reboto DECÁLOGO de principios, en linea con tus propuestas. Si te interesa, te digo quien lo escribió hace ya una tacada de años. Salud.
DECÁLOGO DE LA SERENIDAD
1.- Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2.- Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3.- Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este.
4.- Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos.
5.- Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así una buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6.- Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7.- Sólo por hoy haré, por lo menos, una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8.- Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9.- Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
10.- Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar delo que es bello y creer en la bondad.