Usted tiene la edad de su espíritu. Usted solamente envejece cuando cree que está envejeciendo.
Los valores más fuertes de la vida, que mantienen a una persona vigorosa, sana, joven, productiva, no envejecen nunca. Son el amor, la alegría, la paz de espíritu, la bondad, la generosidad, la sabiduría, el poder mental, la felicidad, la lucidez, el ideal.
Y estos bienes no son patrimonio exclusivo de una fase de la existencia, pero se encuentran en todas las edades. Usted tiene la edad de sus pensamientos. En el momento en que pierde el interés por la vida, usted está envejeciendo. Cuando deja de soñar, está envejeciendo.
Cuando no procure extender más la visión de su futuro, registre en su cuaderno de apuntes que usted ha comenzado ha envejecer.
¿Usted quiere saber cuándo se está aproximando a la perfección? Precisamente en el momento en que se haga simple, leve, agradable, positivo y abierto como los niños. El gran Maestro dijo: "Si no os volviereis como niños no entraréis en el reino de los cielos".
Tenga, pues la edad espiritual del niño. Sea libre, confiado, alegre, simple, grato, amable, valeroso y fraterno como los niños.
Crea en la vida, como los niños. Confíe en los otros, como los niños. Viva el presente, como los niños. Encare el futuro como los niños, sin miedos ni angustias anticipados.
Usted puede y debe mantenerse eternamente joven, o sea, exuberante, idealista, de buen humor y lleno de fe en la vida.
"Porque como imagina en su corazón, así él es". Esta frase consta en el libro de los Proverbios, en la Biblia.