TUVO REPROCHES TAMBIÉN PARA PABLO IGLESIAS[h=1]Aguirre protagoniza la presentación de un libro sobre Cataluña y polemiza con su autor[/h]
Daniel ForcadaTwitter de Daniel ForcadaDaniel ForcadaEnviar correo a Daniel Forcada77AA
Genio y figura… hasta la sepultura.
Esperanza Aguirre, la presidenta del Partido Popular de Madrid, cumple con el dicho en toda su extensión allá donde va. Hasta en los lugares donde menos podría pensarse o en donde acude en calidad de invitada. Este miércoles protagonizó la presentación de la última obra del escritor
Arturo San Agustín, Cuando se jodió lo nuestro. Cataluña-España, crónica de un Estado en deconstrucción.Aguirre llegó al acto pisando fuerte y justo antes de entrar al Centro Cultural Blanquerna lanzó un mensaje al líder de Podemos,
Pablo Iglesias: "Dice que soy una impresentable, que soy una ladrona, que estoy en Gürtel, toda una serie de descalificaciones. Pero él se ha dejado en el tintero si ha asesorado al régimen de Venezuela. No dijo que sacaran sangre a los niños, pero ¿ha recomendado que motoristas vayan ametrallando a los estudiantes? Tampoco ha explicado lo de Cuba.
¿Son casta los Castro? Y tampoco ha aclarado lo de ETA", lanzó.
Aguirre no quiso arrancar el acto sin apuntar que ella está "acostumbrada a debatir, no a descalificar, porque
el que descalifica es el político que no tiene argumentos".
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (E. Villarino)Ya en plena presentación del libro, la presidenta de la Comunidad de Madrid discrepó abiertamente con el autor
Arturo San Agustín, de quien presentaba la obra y con el que mantuvo un cruce de reproches totalmente sorprendente y que dejó boquiabiertos a todos los presentes. Aguirre arremetió contra el escritor poniendo unos cuántos peros a su texto. Que si le faltan más voces de catalanes contarios al proceso independentista, que si por qué no la entrevistó a ella, que si echaba en falta tal o cual cosa…
El ambiente se fue caldeando –siempre dentro de la cordialidad– hasta que el propio autor le recomendó a Esperanza que se leyera el libro otra vez con más profundidad y más detenimiento.
“Creo que te lo tendrías que leer un poco más, porque he dicho cosas nuevas en el libro”, le dijo. “Por ejemplo, que Jordi Pujol nunca soñó con resucitar la Generalitat, sino con una mancomunidad o que tampoco soñó con la inmersión lingüística. Eso fueron tus amigos comunistas del PSUC”.
La escena, ante medio centenar de personas, se convirtió en un toma y daca constante en el que ninguno de los dos, ni el autor ni la expresidenta, perdieron comba. Aguirre confesó que había presentado el libro porque se lo había pedido
Luis Conde, presente en el acto y su jefe en la empresa de cazatalentos Seelinger y Conde, y porque en el libro que San Agustín le había enviado le había escrito una dedicatoria que le había impactado especialmente:
“Échame una mano. Somos los últimos apaches, no nos tienen en cuenta ni aquí ni allí”. De ahí, claro, Aguirre sacó sus propias conclusiones y entendió que se lo decía porque esos últimos apaches eran los escritores que escriben en Cataluña y que están sometidos por el hombre blanco, en este caso los nacionalistas. Visión interesada para barrer hacia su terreno que el autor, en cuanto tomó el micrófono, se encargó de matizar.
“Yo me refiero a apache por la película de John Ford en la que estaban cercados por los apaches”, dijo para rechazar las veces que Aguirre se había referido a él como “pobre apache”.
“Lo de pobre lo he puesto yo. Apache lo has puesto tú”, zanjó ella. Pero ese leve incidente es menor comparado con la retahíla de reproches que Aguirre añadió después. Se quejó de que todos los entrevistados fueran, a juicio del autor, “inteligentísimos”, y que en una referencia a ella la definiese como
“pizpireta y colorista, descarada y burguesa”. “¿Es que no eres descarada?", le replicó. “Puede”, añadió ella. Después, le recriminó que no la hubiera incluido entre los personajes entrevistados siendo ella una de las políticas que más claramente ha hablado siempre sobre Cataluña. Y más allá de eso, le reprochó también que no estén en el texto voces como la de
Albert Boadella, Juan Marsé, Arcadi Espada, Francesc de Carreras o Félix de Azúa. “Tú no das puntada sin hilo y por eso yo te contestó”, le apostilló. “No te he sacado en el libro porque me caías demasiado bien”, añadió. “Marsé no me interesa. A Marsé se le ha tomado como bandera por el hecho de ser nacionalista y escribir en castellano”. Y argumentó, en este sentido, que ha tratado de entrevistar a gente nueva que aporte argumentos novedosos sobre por qué se ha roto la relación entre Cataluña y España.
“Cuando una pareja se separa, el que se va o el que se quiere ir es el que más argumentos te puede dar, lógicos o no. El que se queda en casa se queda llorando”, justificó para explicar por qué hay más voces de catalanes nacionalistas que de signo contrario. “Pues sería bueno incluir un segundo grupo de entrevistas”, apostilló Aguirre.
El libro en cuestión analiza el porqué del proceso secesionista liderado por el nacionalismo en Cataluña y repasa las razones de este desencanto con España con destacadas voces de catalanes y no catalanes que ponderan sus argumentos. Entre otros, el propio Jordi Pujol o el citado Luis Conde. En opinión de su autor, la relación ya está “jodida” y una buena parte de la vajilla ya está rota o es difícil de salvar.
“Aunque quedan piezas de la vajilla, la mitad está estropeada. La vajilla de la abuela está jodida”, concluyó. Para Aguirre, todavía se puede reconducir la situación “con inteligencia, sensatez, amor a Cataluña y amor a España”.
El colofón lo puso el propio Luis Conde, que como empresario y catalán expuso su visión optimista sobre el desenlace.
“El problema es mucho más fácil si se quiere arreglar. Respeto a hechos diferenciales, que los tiene Cataluña, y el tema de la financiación, pero no haciendo un traje para Cataluña. Teniendo el lujo de país que tenemos, lo que debemos hacer es ser optimistas y luchar por él”.
jujujuju, a esta mujer se le va la pinza cosa fina. Una cosa es asesor, y otra una ladrona de dinero público. La diferencia para mí es enorme.