LLevamos muchos años de paz y complacencia en el mundo occidental. Nos consideramos inmortales, se especula con la regeneración celular y neuronal para vencer a la muerte. Las guerras, desde los orígenes de la humanidad, han sido un denominador común en todas las épocas de nuestra evolución. La cultura y el bienestar contribuyen a dominar nuestros instintos primarios de ira, rabia y lucha. Pero cuando todo parece ir bien y nada nos alarma es cuando se produce la explosión.