Grafeno, grafeno, grafeno. Grafeno por aquí y por allá, para esto y para lo otro. Desde que en 2010 el Nobel de Física premiara a Andre Geim y Konstantin Novoselov por sus trabajos con este material bidimensional, todos aseguran que el grafeno será un elemento básico en nuestro día a día. Pero, ¿quién ha visto el grafeno?
Lejos de todo este ruido, una empresa riojana está logrando que el grafeno esté presente en todo tipo de productos: desde baterías hasta tanques, pasando por aviones o suelas de calzado. Se trata de Avanzare,
líderes mundiales en su especialidad: fabrican grafeno en polvo a nivel industrial, trabajando desde el laboratorio para conseguir que su grafeno sea más atractivo que otros materiales químicos más asentados en el mercado.
“Con el grafeno sucedió como con otros avances científicos con salida industrial, cualquier cosa que vemos nos lanzamos”, explica el director de
Avanzare, Julio Gómez. Eso les llevó a ser la primera empresa del planeta que, ya en 2009, antes del Nobel y de la fama, ya tenía un producto de grafeno tangible y útil para el mercado.
“Tiramos de publicaciones científicas, nadamos en esas fuentes para encontrar ideas aprovechables”, insiste Gómez, quien reconoce que su empresa tienen un “departamento de I+D sobredimensionado” y que trabajan con investigadores de todo tipo de organizaciones, proyectos y países.
“Ahora mismo tenemos aquí a gente de universidades australianas, estamos dispuestos a sacar partido de todo el conocimiento posible”, cuenta Gómez, concentrado en el potencial de los nanomateriales desde que se doctoró en Química en 1999.
Estos días abren un nuevo laboratorio y más de la mitad de los empleados son investigadores, aunque se trate de una empresa dedicada a la producción industrial de nanomateriales. “Si nos bajamos del pilar de la investigación estamos parados en un par de años”, reconoce Gómez.
Mejor y más barato que otros materialesTras lanzarse a investigar con el grafeno a partir de los primeros estudios que hablaban de las sorprendentes características de este material, en Avanzare dieron con un producto que podía competir en el mercado, sustituyendo a otros: “El grafeno no se va a vender porque se llame grafeno, sino por es mejor o más barato que otro material. Las empresas, la industria, se mueve por costes, no por nombres mediáticos”, resume el director de esta compañía fundada en 2004.
Gracias a la gran conductividad o a su capacidad como disipador térmico, el grafeno puede tener muchas utilidades a la escala apropiada y por eso ha interesado a la industria militar y a la aeronáutica, pero también a la textil o a la del calzado. Podemos encontrar grafeno en el material con el que se protege un bombero hasta en la suela de un calzado especial de seguridad que evite descargas eléctricas.
Sin embargo, desde que las propiedades del grafeno aparecen detalladas en artículos científicos hasta que llega a una suela, hace falta mucho tiempo e investigación para sacarle partido.
Cuando el grafeno resulta muy caro de producir“Escalar” es la palabra clave que utiliza Gómez una y otra vez. El objetivo es mantener las propiedades que se obtienen con cantidades mínimas al aumentar la producción, y que sea barato y viable.
Muchas empresas terminan dándose golpes contra la pared; se produce un cuello de botella en cuanto tratas de escalar las propiedades del laboratorio a cantidades industriales. Generalmente, se pierde todo el valor del grafeno o resulta demasiado caro de producir”, resume el director de una empresa que en 2013 produjo 40 toneladas de nanomateriales, como retardantes de llama, fungicidas,
productos antiolor, nanosensores o materiales impermeables.
“No somos más que una empresa química muy especializada”, dice con los pies en el suelo Gómez, queriendo marcar distancias con aquellos que construyen castillos en el aire con el grafeno, pero cabalgando a lomos de capital riesgo: “Sencillamente, reinvertimos lo que ganamos”. Y no es una apuesta pequeña: desde que comienzan a trabajar con una idea sobre el papel y la llevan al laboratorio, pueden pasar cinco hasta que consiguen un “nanointermedio” (un nanomaterial con aplicación directa) con salida en el mercado a un precio competitivo.