En medio de la peor escalada de tensión entre Rusia y Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría, Moscú probó ayer con éxito un nuevo misil intercontinental capaz de portar múltiples cabezas nucleares, diseñado específicamente para evadir sistemas de defensa como el que Washington planea instalar en Europa del Este. El ensayo, interpretado como un desafío directo al controvertido plan de Estados Unidos, coincidió con una dura advertencia del presidente ruso, Vladimir Putin, que dijo que el despliegue del escudo norteamericano en Europa convertirá al continente en "un polvorín".
La prueba del nuevo misil ruso amenaza con intensificar las tensiones entre Moscú y Washington en torno a los planes militares norteamericanos, que despertaron temores a una nueva carrera armamentista entre los principales rivales de la Guerra Fría. Rusia afirma que los planes de Estados Unidos de instalar el sistema de defensa antimisiles en su antiguo patio trasero amenazan su seguridad nacional y pueden destruir el equilibrio de poder en Europa y provocar una nueva carrera armamentista. Por su parte, Washington afirma que el sistema, que consistirá en la instalación de un radar de gran potencia en la República Checa y una batería de 10 misiles interceptores en Polonia, está destinado a frenar eventuales ataques de países como Irán y Corea del Norte. Ayer, la Casa Blanca insistió en que Rusia no debe interpretar la medida como una amenaza a su seguridad. El disparo del nuevo misil balístico, llamado RS-24, se efectuó desde la plataforma de lanzamiento de Plesetks, 800 kilómetros al norte de Moscú. El cohete impactó una hora después en el blanco previsto, en la península de Kamchatka, a 5500 kilómetros del lugar del lanzamiento. El nuevo misil, que servirá para modernizar el obsoleto arsenal nuclear ruso -una de las prioridades del Kremlin para los próximos años-, es capaz de portar hasta 10 cabezas nucleares independientes, que pueden ser lanzadas contra diferentes blancos.